Si todo lo que rodea la interrupción voluntaria del embarazo cae bajo el dominio de lo tabú, de lo que no se puede hablar, ni siquiera mencionar, hay un tema aún más en la sombra: los abortos de repetición. Estamos aquí en aquellos casos en los que una mujer pasa más de una vez por este proceso. ¿Por qué? ¿Cuál es la dinámica a la que se enfrenta aquella que pasa distintas veces por un aborto? Debo decir que desde que empecé Kora, estos casos, sin ser los más frecuentes, tampoco son tan raros. Cabría preguntarnos por qué una mujer a veces queda, literalmente, atrapada en un ciclo “infernal” de repetición de embarazo y abortos.
Aquí también cabe distinguir dos escenarios: cuando la mujer aborta distintas veces a lo largo de su vida en circunstancias distintas, y cuando la mujer entra casi de inmediato en un ciclo de repetición después de su primera IVE. En el primer caso, una vez una mujer me contaba sus distintas experiencias y recuerdo perfectamente lo que me dijo: “Si en cada mujer el proceso del aborto es distinto, en una vida cada aborto es totalmente distinto”. Y efectivamente, en una misma vida y por una misma persona, la IVE puede ser experimentada de distintas maneras, a veces de forma no dolorosa y otras como causante de un profundo dolor. Y todo esto se debe a las circunstancias a las que rodean dicho proceso en cada caso.
De todos modos, cuando en una vida hay más de dos o tres IVES, la mujer en cuestión debería plantearse por qué no atiende a su salud sexual y reproductiva y debería ir al fondo de un problema que hunde sus raíces, más allá del aborto, en su propio ser mujer y su modo de relacionarse consigo misma.
Dicho esto, vamos a examinar esos casos donde casi después del aborto, vuelve a haber un embarazo, que será llevado a término o volverá a quedar interrumpido. Hay una estadística, sacada del libro “mujeres silenciadas” de Teresa Burque que llama la atención: entre un 25 % y un 27% de mujeres que abortan vuelven a quedar embarazadas en menos de un año . Esto es una de cada cuatro.¿ Por qué?
Hay quien habla de repetición del trauma, en términos psiquiátricos.
Pero vamos a estudiar un mecanismo que también se da en los duelos gestacionales y, en general en todos los duelos.
Toda pérdida genera un vacío. Según lo grande que sea la pérdida ese vacío será mayor o menor. Cuando se produce una pérdida gestacional, el vacío es tan grande que enseguida se busca un nuevo embarazo. Con la IVE puede suceder exactamente lo mismo, con agravantes.
Si durante la toma de decisión hay muchísimas dudas, si hay un deseo profundo de ser madre, y todo lo que rodea a la IVE es doloroso y “cuesta arriba” en una carrera contratiempo, lo más probable es que ese deseo que no se atendió, una vez hecho el aborto médico, quiera ser escuchado y se vuelva un vacío insondable. Un vacío, aún mayor porque no podrás compartirlo con nadie, no podrá ser expresado con palabras ni llorado con nadie. Y tampoco debemos olvidar que en el frágil periodo de semanas que siguen a la IVE, el cuerpo de mujer seguirá embarazado, seguirá lleno de hormonas. El proceso hormonal tardará en remitir, el cuerpo tardará un tiempo en “darse cuenta” de que aquello para lo que se estaba preparando, ya no está. Hay un vacío emocional y un vació físico, literalmente.
Y en ese va-y-ven de emociones la mujer a menudo parece no tener ningún control. Y la «solución» aparecerá en forma de un nuevo embarazo. Se quiere recuperar lo perdido. A toda costa. Deshacer el camino andando. Llenar el hueco. Sólo lo sabe y lo entiende quién lo ha vivido. Pero se inicia así un incierto camino: si el nuevo embarazo se lleva a término, normalmente asaltarán a la mujer muchas preguntas o pensamientos como : “por qué este sí y el otro no…”, o vivirá el embarazo con mucho miedo y tristeza. Y en el caso de que decida interrumpirlo, porque las circunstancias en esencia no han cambiado respecto a las del primer aborto, volverá a encontrarse como después de aquél pero con la vergüenza y la culpa multiplicadas. En este caso la mujer se encuentra perdida, sin entender lo que le está pasando, y sin ningún tipo de apoyo.
¿Qué hacer? Ante todo, darle un espacio donde llorar su pérdida y hacerle entender que “no se está volviendo loca”, sino que sus reincidencias responden a un patrón de repetición que hay que cortar. Hay que atender a ese vacío, no llenándolo sino permitiéndonos expresarlo y sanarlo. Ganando tiempo al tiempo, dejando que el cuerpo se recupere también de dicho vacío…Si la mujer logra entender cuáles son los mecanismos que la están llevando a esta conducta y encuentra apoyo en profesionales que no la juzgan sino que le dan herramientas para poder pasar este dificilísimo periodo, podrá transitar su dolor y, en el futuro, una vez sanado su duelo, decidir libremente (libre de sus propios vació y ataduras y miedos) si quiere tener un hijo o no. Libremente ella, porque tanto ella como su hijo se merecen que la nueva gestación sea con un cielo azul y un horizonte claro.
( En otro artículo ya hablaremos también de los embarazos llevados a término después de una IVE y de los llamados bebés arcoiris)
Un saludo, de korazón a korazón