En mi trayectoria personal siempre estuvo presente un trabajo corporal importante. Primero con la danza y luego con el yoga (di clases de yoga durante 10 años) mi aproximación al cuerpo fue desde el arte, el movimiento, la energía y la conciencia corporal. Y sigue abierta la pregunta:¿ qué es un cuerpo? Esta pregunta no sólo se tiene que responder desde la medicina occidental (que no es la única), sino que la podemos responder desde múltiples lugares y disciplinas. Y no sólo qué es un cuerpo, sino ¿cómo te vives en tu cuerpo?, ¿qué relación tienes con él?, ¿qué grado de conciencia corporal tienes?, ¿cómo respiras?, ¿qué te duele?, ¿eres conciente de las sensaciones que te habitan?. Hay quien dijo que el cuerpo nunca miente. Y, sinceramente, tenía toda la razón.
Este artículo va de cuerpos, y de cuerpos en duelo. Toda nuestra vida se vive a través de este vehículo, tan desconocido, que es nuestro cuerpo. Pensamientos y emociones se entretejen y retroalimentan unos a otros en este espacio único que es nuestra corporalidad. La interrupción del embarazo es una experiencia que, además, tiene lugar dentro de nosotras. Es una experiencia, en un primer momento, física, corpórea donde las haya. Un cuerpo embarazado no es un cuerpo normal, y uno que, de repente deja de estarlo, tampoco. ¿Qué le sucede a nuestro cuerpo después de la interrupción médica? ¿Cómo nos vivimos a través de él?
Antes de empezar quiero ,constatar que todas las afirmaciones que voy a hacer surgen de mi observación, propia y de las mujeres que voy acompañando. Son afirmaciones que nacen de mi experiencia. Coge las que te resuenen y suelta las que no.
Cómo es un cuerpo en duelo?
- Es un cuerpo congelado. Bloqueado. Es un cuerpo en shock. Muchas veces la experiencia de interrumpir tu embarazo resultó tan dura que te desconectaste de tu cuerpo. Dejaste de sentir. Algunas mujeres me han contado cómo fueron “frías” a la clínica. Yo siempre les digo que no era “falta de sensibilidad” (que es de lo que ellas se culpan) sino exceso. Dolía tanto que necesitaron dejar de sentir para sobrevivir.
- Por lo tanto es un cuerpo que no se siente a si mismo. Al bloquear las sensaciones (y las emociones), bloqueas el dolor, pero también el placer. A nivel físico el cuerpo en duelo será un cuerpo con, el pecho cerrado, el diafragma rígido, la pelvis también bloqueada, el útero (que es un órgano musucloso) “congelado”. Será un cuerpo que respirará poco y mal. Que está en modo supervivencia.
- Es un cuerpo vacío. Vacío que se siente sobre todo las primeras semanas después de la IVE médica, hasta la primera regla,cuando seguimos hormonalmente embarazadas pero sabemos que ya no “hay nada”. Sinceramente, es de las sensaciones más terribles que recuerdo de mi propia experiencia: sentir que seguía embarazada (pechos, volumen de cuerpo…) pero vacía por dentro. Hay algo que se nos escapa en todo esto (como tantas cosas respecto a la interrupción) y es que toda pérdida supone un desgarro energético (el cuerpo es energía en movimiento). Ese desgarro se siente como dolor físico y como vacío que “eso,que no era nada”, nos ha dejado. Algo era, si duele (el tema de la pérdida, siempre subjetiva, ya lo he abordado en otros artículos y en mi libro)
- En ese no sentirse y sentirse vacío, el cuerpo en duelo es un cuerpo con poca o nula energía. Es un cuerpo que tiende al reposo. Algo le ha sucedido que lo rompió (muchas mujeres me dicen que se sintieron morir en la experiencia). Siente que no puede ni consigo mismo ni con el mundo. Es un cuerpo que tiende a aislarse, que necesita soledad, ir a la “cueva”..ante un mundo que tampoco lo comprende ni valida.
- Suele ser un cuerpo que, al no permitirse el sentir (al principio por el dolor, y luego porque la mayoría de veces hacemos como “si nada hubiera sucedido” ) puede sufrir ansiedad y/o depresión.. Nos volvemos ollas a presión andantes.
- Es un cuerpo cuya sexualidad no pocas veces queda tocada. Me relatan episodios de poca o nula libido, de miedo a un nuevo embarazo, de nulo placer o incapacidad de mantener relaciones sexuales coitales. A veces el vacío hace que se busque un nuevo embarazo, en un afán físico de llenarlo. No sentimos, y eso nos cierra las puertas al placer y a la sexualidad.
- Es un cuerpo que se vive como extraño. La extrañeza todo lo invade. Te sientes alienada en tu propia corporalidad, como deshabitada. Como si no fuera contigo.
Muchas veces, la vida después de un aborto se vuelve un infierno. Ese infierno suele estar constituido por un dolor que bloqueas, que no sabes como gestionar (y cuyo espacio es ese cuerpo en duelo) y por mucho sufrimientos causado por el aislamiento (que te impide expresar y compartir tus emociones, darles espacio y permiso) y por una cabeza que se enreda a sí misma en un diálogo a gritos lleno de culpa, reproches y muchas preguntas que necesitas responderte.
De hecho, en mis procesos de acompañamiento te ayudo a dar espacio a ese dolor y a disminuir ese sufrimiento, que en esencia proviene del aislamiento y del pensamiento caótico y confuso.
¿Cómo podemos abrazar, transitar este cuerpo en duelo?
- Descansa todo lo que necesites. Tu cuerpo necesita mucha escucha y mucho permiso para descansar y dormir. Todo duelo es una invitación a despertar la propia sabiduría interior, aquella que te dirá cuando es necesario parar y que ese parar forma parte de tu autocuidado, y cuando es necesario moverse, tomar acción, tal vez pequeña, pero tomarla, y que eso es también es cuidarte..
- Es un cuerpo que, una vez ha tomado el reposo que necesita, es aconsejable que se mueva, que mueva la energía que es: sal a pasear, baila, haz ejercicio…Aunque en los primeros tiempos, cuando no tienes energía para nada, menos es más. Está bien que empieces a dar paseos, y si es por la naturaleza mejor. La naturaleza nos sana. El aire fresco, el silencio o los sonidos de la naturaleza perfectamente integrados en su quietud, los paisajes…todo invita a un reposo que te toca y te da vida .
- Despierta la autoobservación de tus sensaciones físicas.Observa tu respiración, siente el agua cuando te duches, date automasajes..Puedes ir también a que te den un masajes terapéutico,que te recuerde lo que es ser tocada con amor y, a ser posible, que el terapeuta trabaje también con tu respiración, que te ayude a recordar el placer de respirar, de crear espacio con tu respiración…verás como todo cambia.
- En ese darte reposo y movimiento, en esos paseos, bailes, retomar el contacto con la naturaleza, con la respiración, con tu cuerpo a través del contacto…irás abriendo un espacio de sentir. Tu cuerpo congelado se irá descongelando…y sí, encontrarás dolor debajo de capas de “hielo” pero recuperarás poco a poco la capacidad de sentir, y de ahí el placer. Volverás a sentir placer, en las pequeñas cosas, el placer de estar viva.
- En ese camino de vuelta al sentir y al placer, se abre un espacio a la sexualidad, contigo misma o con tu pareja, en caso de que la tengas.. Tal vez se trate de despertar una sexualidad más basada en el autocuidado y el cuidado mutuo, la autoescucha y la escucha del otro, que pone el foco en los pequeños placeres de estar, de acariciarse, de mirarse a los ojos en silencio, de no buscar nada más que la presencia y lo que necesitemos darnos en esa presencia, más allá de una sexualidad coitocéntrica. Recupera y reconquista tu placer, y lo otro vendrá solo.
Tal vez el duelo, así entendido, sea una invitación a volver a nuestros cuerpos, a aprender el arte de sentirnos y de cuidarnos, a todos los niveles, y de vernos con otros ojos.
Si quieres que te acompañe, no dejes de contactarme.