Presento mis charlas sobre el aborto con un subtítulo: “una mirada distinta sobre un tema tabú”. Mirada distinta porque voy más allá del blanco o negro del llamado debate ético. Y por qué tema tabú? El tabú, aquello de lo que no se habla ni se puede hablar, no es el aborto en sí, sino el dolor que produce. De ahí el título de este artículo: el dolor es el tabú.
Así como en el núcleo del debate ético estaba el límite donde una vida puede empezar a considerarse humana, el núcleo del proceso del aborto es si hay o puede haber dolor después de abortar. De nada sirve aquí generalizar, pues no se trata de principios universales sino del sentir íntimo de cada quién. Y a esa pregunta sólo puede responder cada mujer que un día vivió este complejo proceso.
La complejidad de la toma de decisiones (véase «etapas del viaje y mapa de la isla») y todo lo que abortar implica (véase «abortar, esa palabreja«), nos pone en un escenario de renuncia y de pérdida que sí, muy posiblemente, creará un vacío y un dolor, en mayor o menor grado. El gran problema de este dolor es que no se reconoce, ni a nivel social ni a nivel individual. Pero el no reconocerlo no lo relega al olvido: los propios monstruos se hacen más terroríficos cuando los encerramos en el subsuelo del subconsciente pretendiendo eliminarlos.
Muchas veces se trata de un problema de honestidad (para con el propio sentir) y de miedo (a sentir lo que siento: pérdida, dolor). Querida desconocida que estás leyendo estas líneas, si algún día abortaste cierra los ojos y recuerda todos aquellos momentos. Cómo te sentiste entonces? No dejes entrar la razón ni el juicio…quédate con el sentimiento…cómo te sentiste? O mejor, ya que el pasado sólo se da en el presente: cómo te sientes hoy al traer a este instante ese recuerdo? Al revivirlo? Tómate unos segundos para sentirlo.
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Si hay dolor tendremos que hacer un proceso de duelo. Un duelo es un trabajo emocional, mental y espiritual sobre el dolor producido por una pérdida o, lo que es lo mismo, por la ruptura de una relación significativa. Una de las grandes mentiras de cualquier tipo de duelo es creer que el tiempo lo puede substituir: el famoso “el tiempo lo cura todo” no es verdad. Transitar el duelo es poner en marcha una voluntad que deberá asumir unas tareas:
1.Reconocimiento de la pérdida
2.Expresión de los sentimientos.
3.Aprender a vivir sanamente aceptando lo sucedido.
4.Despedida- rituales de despedida.
Y todo duelo supone también un complejo ir y venir de emociones extremas: soledad, tristeza, insensibilidad, culpa, ansiedad, ira…
El duelo por un aborto voluntario queda trabado en los primeros estadios del proceso: ni se reconoce la pérdida ni se permite la expresión del dolor, lo cual nos lleva a vivirlo de una forma culpabilizante y patológica. Estamos en la antesala de lo que se llama el trauma post aborto cuyo rostro es múltiple y variado: depresión, conductas autodestructivas (alcohol u otro tipo de drogas, trastornos alimentarios y sexuales), insomnio, repetición.. Respecto a esto último: ¿sabías que muchas mujeres que han abortado en menos de un año vuelven a quedarse embarazadas? Y algunas llevarán ese embarazo a término y otras volverán a abortar. Sobre todos estos aspectos iremos hablando los próximos meses.
Sí, el dolor es el tabú. Pero…qué nos duele y por qué lloramos? En otras palabras: cuál es la pérdida que hay que reconocer y por qué no llegamos a expresarla? Estos aspectos los analizaremos en el siguiente artículo (dentro de 15 días: EL DOLOR ES EL TABÚ, PARTE II)
Un saludo, de korazón a korazón,