Quiero empezar este post con una historia. Hace años una amiga cercana abortó. En ese momento trabajábamos juntas. Días después de lo sucedido coincidimos en el baño y esta amiga se desmoronó. Literalmente. Estaba en plena fase de shock y de vivencia de la pérdida. Yo en ese momento no había pasado aún por mi experiencia pero entendí que lo estuviera pasando mal. Me acuerdo de esos momentos en los que tuve que sostenerla entre mis brazos mientras todo su mundo, cuerpo incluído, se venían abajo. Pero este no es el centro de este relato…había otra chica que conocía también lo que estaba sucediendo y que en ese momento entró en el baño. No dijo nada pero luego, haciéndome un comentario me dijo: “No sé a qué viene todo esto, total, lo eligió ella”.
Valga decir que ya en ese momento me sorprendieron sus palabras, pero más allá de eso la frialdad con que las pronunció. Hoy, después de muchos años, me pregunto si esta otra mujer no tendría en su historia personal algún relato de aborto que nunca se permitió expresar.
Tabú entre los tabús. ¿Tu lo eliges, por qué lloras? Aquí entran dos temas a estudiar, la elección y luego el dolor que esa elección puede causar. Se ha hecho mucho trabajo en los países más desarrollados para defender el derecho al aborto, pero no se ha hecho nada para defender el derecho a llorarlo. Es como si el hecho de admitir que esta decisión puede ser dolorosa invalida el hecho de haberla tomado. Inmediatamente se asocia el sentimiento de dolor al sentimiento de arrepentimiento, y eso, puede ser verdad en algunos casos pero no tiene por qué ser necesariamente así.
Tú lo eliges…ya vimos (etapas del viaje) que es una elección muy peculiar y muy controvertida en muchos casos, pero dejo este tema para dedicarle uno o más post enteros. Pero el cómo se haya tomado esa decisión y las circunstancias que la hayan propiciado será crucial para entender luego el dolor que pueda acarrear.
¿Por qué lloras?
Vamos ha decirlo claro: se llora la pérdida de un hijo en gestación. La ruptura abrupta del vínculo con ese ser que está en camino. Ruptura abrupta física (que tendrá sus consecuencias) y ruptura abrupta emocional y espiritual. Parece que reconocer esto nos sitúa directamente, como lo he oído en muchos casos, en el campo del asesinato. Asesinar implica acabar con una vida humana, y ya hemos visto que el debate, filosófico, está en dónde empieza la vida humana. Sea como sea, y echando mano de Aristóteles, él distinguía entre ser en potencia y ser en acto. Abortar implica interrumpir la vida de ese ser en potencia, de ese ser que será un hijo (potencialmente ya lo es), y que, lo queramos categorizar como humano o no (eso entra dentro de la elección personal de creencias de cada mujer) es un ser con vida.
También hay dolor por la propia maternidad interrumpida. Se elige un camino y no otro. Hay un duelo por esa madre que, de momento, nunca llegaremos a ser.
Duele el mismo proceso médico de abortar y su recuerdo. O su no recuerdo: muchas mujeres prefieren el aborto quirúrgico con anestesia general porque no quiere tener en la memoria constancia de ese hecho. Pero incluso ese «no saber» también tiene sus consecuencias.
Duelen también las circunstancias que nos llevaron a elegir un camino u otro. O el que hayamos priorizado unos hechos y no otros. Abortar pone sobre el tapete un montón de cuestiones personales y existenciales que no dejarán de estar ahí una vez se optó por un camino.
Y también y sobre todo, duele el que sintamos que no debería doler y no nos permitamos expresarlo. No reconocemos lo que hemos perdido (el vínculo y la maternidad) y no nos permitimos expresarlo pues aunque lo hagamos a nivel individual sabemos que nos encontraremos, a nivel social, con ese muro de incomprensión que la historia que os he contado ilustraba al principio. Me hace gracias que haya tantas decisiones dolorosas que tomamos en la vida que la gente puede entender y que justamente la elección de interrupción del embarazo no cuente con esa comprensión. Es como si ante esa elección a menudo difícil ente las difíciles, tubiéramos que ser supermujeres que una vez han elegido no tienen que sentir nada.
Es por eso que el aborto forma parte de la historia no contada de la mujer. Ni de la mujer hacia si misma ni hacia las demás. ¿Te atreves a empezar a romper ese tabú entre tabús?
Tampoco olvides dejarnos algún comentario! Entre todas volamos!
Un saludo, de korazón.