Uno de los problemas, acaso del principal, del aborto voluntario es el secreto que envuelve todo la experiencia. Sentimos que es mejor callar.Establecemos un muro entre nosotras y el mundo, porque previamente el mundo estableció este muro con las mujeres que transitamos esta cara oculta de la maternidad. Pero en el camino del duelo, llega un momento en que una se plantea que quiere hablarle a sus seres queridos de su propia experiencia.
Es una buena señal sentir que podemos empezar a hablar del tema, y que queremos hacerlo, más allá del acompañamiento terapéutico o del grupo de apoyo. Es un paso más, necesario, en el camino de la sanación. Pero seguramente te invadirán muchos miedos, mucha incertidumbre…Y por otro lado tirará de ti una necesidad de compartirte sin mácaras, en lo que tu eres, en lo que has vivido y te ha transformado. Querer que los que amas te conozcan de verdad (no son infrecuentes frases como estas: “Siento que si no saben eso, en verdad no me conocen»)
Lo más importante en este proceso es que tú hayas trabajado tu duelo, que empieces a estar en paz con la que fuiste, la que tomó la decisión y la que eres ahora. Cuanto más en paz estés, más tendrá de explicación tu historia y menos de confesión (a la espera de que el otro te absuelva). Siempre hay esa parte de confesión cuando hablamos de nuestros abortos, pero en la medida que estés más en paz, más fácil será.
En ese compartir se despertará inevitablemente, el miedo al rechazo. Que es el miedo más profundo que tenemos como personas. El miedo a que el otro no nos considere valiosas ni aceptables. A ser juzgadas e incomprendidas. Hay que gestionar ese miedo…hay que poder enfrentarlo de la única manera que en este caso es posible: tomando acción, hablando de nuestra experiencia. Aunque sea en susurros, con voz temblorosa o entre silencios y lágrimas. Todo está bien.
Por eso es tan importante haber hecho un trabajo previo de mínima aceptación sobre lo sucedido, porque hablar del tema es desnudar nuestra alma, compartir lo que no nos atreveríamos a compartir con nadie, hacernos vulnerables hasta el extremo. Respeta tus tiempos. Si sientes que aún no estás preparada para hablar, no lo hagas y abrázate en esa vulnerabilidad. Ya llegará el día. Y si sientes que sí, hazlo, a pesar del miedo que siempre estará en mayor o menor grado
Y luego también hay que evaluar a quién se lo estamos contando y qué necesidad nos impulsa a hacerlo. Estas dos cosas también son importantes: no es lo mismo contárselo a tus hijos si son pequeños o si son mayores, a un padre o madre que son claramente antiabortista (en ese caso tendremos que ver si es necesario hablar con ellos,…no hay una respuesta definitiva, pero es importante saber que también para ellos será un shock)….Todas estas cosas deberán ser tenidas en cuenta.
Caso aparte son las interrupciones de segundo trimestre y cómo muchas veces ese hijo cuya gestación se interrumpió es incluido y nombrado a sus hermanos desde el principio. Normalmente en estos casos se suele comunicar de la manera más sencilla y el hijo en la tierra sabe que tiene un hermano en el cielo desde el momento en que sucede. Pero todo este tema nos pide otro artículo que desarrollaré en otro momento
Al contarlo, nos encontraremos reacciones distintas:
- Lo más normal, si es gente que te quiere, es que te muestre todo su amor, e incluso sienta tristeza porque no ha podido acompañarte en ese proceso.
- Pero también debemos tener en cuenta que estamos ante un tabú muy grande, y que pueden surgir frases que queriendo ayudar no ayudan en nada (“olvídalo”, “no fue nada”…”no es para tanto, ya tendrás otro…”) . Esa incomprensión o negación de tu duelo puede ser profundamente dolorosa.
- En última instancia también es posible que se dé ese terrible rechazo que tanto tememos. En este último caso la persona a quién le contaste tu experiencia deberá tener su tiempo para poder procesar la información que le has dado y aceptarte a ti como eres ahora..y tú deberás hacer igualmente tu recorrido (gestionar la culpa que su rechazo provoca en ti y gestionar el dolor de ese mismo rechazo). Te dejo aquí el enlace de un vídeo de IGTV donde hablo de este último tema en concreto : https://www.instagram.com/tv/CBQMh1elJUU/?utm_source=ig_web_copy_link
Y finalmente, si se lo estás comentando a una mujer adulta (hija, madre, hermana, prima…) es posible que…oh sorpresa! Ella te saque su propia historia de aborto y secretos familiares largamente escondidos empiecen a salir a la luz.
Todo es posible y hay que saber qué distintos escenarios pueden surgir. No ir inocentes a esta conversación (inocentes como sinónimo aquí de ingénuas), pero tampoco dejando que el miedo siga manteniéndonos en el silencio y el secreto, esto es en la culpa y la vergüenza. Que el mostrar tu vulnerabilidad sea tu más alta valentía.
Termino este post con unas palabras que no son mías. Con el relato de Sheila, que quiso compartir su interrupción del embarazo con su hija de 13 años. Os dejo con Sheila:
“¿Soy una mala persona?
El único juicio que me podía sentenciar era el suyo. Y me absolvió. Sin preguntas. Sólo con una mirada en la que lo dijo todo, donde encontré comprensión infinita y el amor verdadero. Ella no entendía por qué le hacía esa pregunta. Su expresión de extrañeza lo decía todo: ¿por qué tendría que pensar que eres mala persona?. Su silencio fue la mejor respuesta y su mirada me salvó.
Soy Sheila. Madre de 2 hijas, de 13 y 8 años. Aborté hace 3 años… Y el pasado verano se lo conté a mi hija mayor.
Sentía que debía hacerlo y que era necesario en mi proceso de duelo. Lo había estado retrasando porque quizás no era el momento, quizás porque tenía miedo, quizás porque no sabía por donde empezar. Pero estaba segura de que tenía que contárselo y tenía que hacerlo yo, su madre, quien había tomado la decisión. Sentía que en esa conversación no había lugar para su padre. Y así fue, coincidió con su primera menstruación. Esa mañana salimos a pasear y sin prepararlo se lo conté. No fue difícil, ella me lo puso fácil. Sólo le conté la verdad, cómo me sentía cuando decidí abortar y como me sentí tanto tiempo después. Ella escuchaba.
Le conté que le puede pasar a cualquier mujer, que hay personas que están a favor de que las mujeres podamos abortar y muchas otras que no, y que además creen que somos malas personas por hacerlo.
De ahí mi pregunta… De ahí mi deseo de que si algún día ella o alguien cercano a ella se encontraba ante el dilema de abortar o no, supiera que su madre abortó.
No hubo preguntas. Pero intuyo que en su silencio sigue encontrando respuestas. Yo sólo deseo que esta verdad compartida sea luz si algún día la necesita.
Sheila, 42 años, productora de TV”