CUANDO UNA MADRE ABORTA…
No existe esa historia en el inconsciente popular.
No hay historias de madres que interrumpieran sus embarazos.
Por lo tanto, si no hay narrativas, no existen (como tantas cosas en el aborto voluntario).
Pero lejos de la realidad, os diría que un número significativo de mujeres que abortan ya son madres.
Interrumpen una segunda, tercera o cuarta gestación.
Cuando una madre aborta no encontrará referentes que la abalen. Se sentirá la única que pasa por ese proceso cuando en verdad es una realidad muy común.
Cuando una madre aborta tendrá que enfrentarse a su propia maternidad. Se sentirá la peor madre del mundo. Porque tiene interiorizado hasta la médula que “una madre lo puede todo por sus hijos”, y ella sintió que no podía, que esta vez no podía …y ese no poder la romperá…o romperá el rol de madre todopoderosa con el que vive encarcelada (sin saberlo ni cuestionarlo).
Cuando una madre aborta la culpa es doble, porque sentirá que ha fallado profundamente como madre, sin entender que su decisión venía también determinada por las circunstancias. Y en esas circunstancias tenemos que incluir sí o sí un sistema que hace la conciliación una quimera a costa de madres incapaces, no ya de atender a sus hijos, sino de antenderse a si mismas. Y la realidad es que no puedes atender a nadie si tu no te atiendes también.
La madre que aborta lo hace, a menudo, no porque no quiera ese hijo/hija…sino porque no ve dónde poner una nueva maternidad en la frágil ecuación de su vida.
Cuando una madre aborta, tendrá que vivir su duelo atendiendo a las necesidades de sus hijos. Y se sentirá culpable porque abortó para poder atenderlos mejor y ahora siente que ni ella está.
Cuando una madre aborta se sentirá profundamente culpable por no haberle dado “el hermanito” a sus hijos.
Cuando una madre aborta, se sentirá doblemente culpable por no estar bien, porque no quiere “que sus hijos la vean así”. Apenas tendrá espacios para sentir su duelo, y cuando estos aparezcan estarán llenos de reproches y de culpa.
Cuando una madre aborta deberá, con el tiempo, revisar cómo está viviendo su maternidad actual, sentarse a conversar en serio consigo misma y aligerar equipaje, porque normalmente venimos cargadas con múltiples exigencias que nos van ahogando cada día un poquito más.
Cuando una madre aborta deberá enfrentarse al inconsciente colectivo que si ya acusa a las mujeres que abortan, menos perdona a las madres, que ya probaron “lo que es ser madre”.
Deberá entonces luchar contra fantasmas mucho mas grandes que ella misma.
Madre, si has vivido esta experiencia, quiero decirte que no estás sola.
Que millones de madres como tú la viven a diario en el mundo ( y sí, digo bien, millones).
Que tus razones fueron poderosas y responsables, aunque hoy pienses todo lo contrario.
Que abortaste pensando en tus hijos, en tu pareja..y en ti. Porque este embarazo vino a mostrarte que igual estabas al límite de tus fuerzas, y fue la última frontera que te hizo parar y ver todas las líneas rojas que cruzaste y no querías ver.
Que no es lo mismo el amor a tus hijos, que el deseo o rechazo de la maternidad (o una maternidad más).
Que te des tiempo, mucho tiempo y amabilidad…porque esta experiencia, sólo con el tiempo, puede mostrarte tantas cosas!
Que transitar el duelo en tus circunstancias es un acto heroico, porque sentir el alma rota y aún así seguir maternando, y sin que nadie sepa, es una carga muy difícil de llevar.
Que te lo pongas fácil, aunque sientas que no te lo mereces. Nadie más que tú se lo merece!
Madre, si has vivido esta experiencia, quiero decirte que aquí estoy, y que somos muchas.
Que el aborto no nos convierte en malas madres, al contrario, en mujeres más honestas consigo mismas, más humildes, y con mayor capacidad de amar.
Un abrazo, de korazón a korazón